“Mi hija salió de cuarto medio, quiso buscar pega y por ser de Las Américas le dijeron ‘te llamamos’. Se sintió tan mal que dijo ‘yo me voy de aquí, no tengo nada que hacer acá’”, recuerda Mónica Garrido. “Mírate, mamá, mira a tu alrededor. No hay vida, no hay colores, nada”, fueron las palabras que calaron hondo en su persona. “Nos abrazamos y lloramos ese día”, reconoce. Garrido cuenta que “me dolió mucho que mi propia hija me hiciera darme cuenta de esas cosas que eran verdad… Somos la cara más fea de Talca… Entonces dije: ‘tengo que hacer algo’”.
Ese momento marcó un antes y un después en su vida. Sin tener conocimiento ni experiencia, se convirtió en dirigente vecinal. Su hija se fue a estudiar a Viña del Mar, pero siempre están en contacto. “Me apoya y está feliz. Antes quería que me fuera para Valparaíso y ahora me dice ‘sacarte de ahí sería quitarte lo que más te gusta’. Yo le cuento las cosas y ella me dice ‘mamá, qué bacán, te felicito por cómo has crecido, tenías toda la razón del mundo’. Y yo le respondo ‘sí, hija, voy a tratar de cambiarle la cara al sector por ti, porque tú me gatillaste eso’”, revela.
Actualmente, Garrido es presidenta de la junta de vecinos Las Américas VI e integrante de la Mesa Territorial Las Américas-Doña Rosa, que ya consiguió el compromiso del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) para realizar una histórica intervención que comenzará con la asignación de 700 millones de pesos como experiencia piloto en Las Américas III.