Por Catherina Olivares Arias, ONG Surmaule – Diario El Centro, 10/07/2013
Existen numerosas formas de interpretar el proceso de descentralización, pero la más difundida es aquella que implica involucrar a los actores relevantes del territorio, pues esta inclusión permite consolidar una red que influye entre sí y se articula conscientemente para conseguir metas comunes.
Según el Estudio “Articulación y Actores para la Descentralización en Tres Regiones de Chile” del Programa Ciudadanía y Gestión Pública, de la Universidad de Los Lagos (Marzo 2010), existen actores con capacidad de acción y propuesta, que se relacionan entre sí y con otros, como un capital base, fundamental para la profundización del proceso de descentralización y son quienes se encuentran en mejor condición para demandar autonomía, y articularse para conseguir el desarrollo.
Según este estudio, los actores pueden ser analizados desde tres puntos de vista: aquellos que cuentan con experiencia de acciones previas, aquellos que quieren hacer algo de manera articulada y aquello que estos actores podrían hacer efectivamente, es decir, sus capacidades y las restricciones que enfrentan. A todo esto se le denomina “masa crítica”, y constituyen un capital fundamental para el proceso de descentralización.
Pero, transitar desde una situación de centralización a una descentralizada, requiere modificar la relaciones que históricamente ha enfrentado a los actores regionales con los actores centrales, rompiendo el circuito tradicional de dominados y dominantes, relación que se ha instaurado y traspasa a los campos de lo social, lo político e institucional, produciendo innumerables estancamientos en el desarrollo de los territorios.
Un avance significativo en la gestión de un gobierno local, pasa por los grados de confianza, vinculaciones y sentidos comunes entre los actores que se encuentran en interacción. Y esta dinámica se acerca a la idea de Gobernanza, que se refiere a los mecanismos y procesos que generan una forma de gobernar caracterizada por la relación, la negociación, el consenso y el compromiso entre los diferentes componentes de la sociedad local y entre territorios que conforman redes.
Para el caso de la descentralización, este enfoque es estratégico si consideramos como un objetivo compartido, el desarrollo integral de los territorios y el empoderamiento de una ciudadanía cada vez más participante y comprometida.